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La COP Amazónica


Este año se celebrará la 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Belém, estado de Pará, Brasil. Aunque la Amazonía no sea el tema central del encuentro, la elección de este lugar atrae la atención hacia toda una agenda sobre el papel de este bioma en el contexto de las variaciones climáticas. Se trata de uno de los bosques tropicales con mayor biodiversidad del planeta, además de ser fundamental para la regulación del clima mundial al influir en el ciclo del carbono y en los patrones de lluvia en Sudamérica. Por su deforestación y uso del suelo, Brasil ocupa el sexto lugar en el ranking de países emisores de gases de efecto invernadero.

La realidad que ocurre “bajo el dosel arbóreo” —es decir, las comunidades rurales y urbanas— refleja, al menos, tres temas transversales de la COP30: adaptación al cambio climático, financiamiento climático para países en desarrollo y justicia climática.

En la Amazonía Legal viven aproximadamente 30 millones de personas, según la PNAD 2023; es la región con mayor proporción de jóvenes y población en edad productiva del país. Paralelamente, el proyecto Amazônia Revelada, llevado a cabo por un diverso grupo de investigadores amazónicos, ha documentado tecnologías socioecológicas ancestrales desarrolladas por los pueblos originarios para el manejo y cultivo de la selva. Los sistemas agroforestales actuales, la domesticación de especies vegetales y la capacidad de coexistir con diversidad y complejidad son parte del legado de estos pueblos.

Sin embargo, el potencial de este bioma se ve amenazado por la insuficiente inversión en retención y formación de jóvenes, por el escaso aprovechamiento del conocimiento tradicional para enfrentar la crisis climática, y por una estructura financiera que aún no se adapta a las necesidades y oportunidades de la sociobioeconomía.

Vale, la minera que opera en la Amazonía desde hace 40 años, definió tres ejes prioritarios para su participación en la COP30: descarbonización; soluciones basadas en la naturaleza (SbN); y transición justa. El Fondo Vale, creado hace 15 años para impulsar una economía más sostenible, justa e inclusiva, concentra su acción filantrópica en los dos últimos temas.

Creemos que esta COP es un llamado a la acción y al debate de soluciones concretas. Ya contamos con abundante información científica sobre el estado del planeta y la situación es crítica. Es momento de mostrar lo que se está haciendo, compartir soluciones adaptables a distintos contextos y comprometer acciones colaborativas. También es hora de atraer inversiones internacionales más sólidas —pues se trata de una causa planetaria— que lleguen a los territorios y que unifiquen voluntades Panamazónicas en una agenda colectiva.

Para nosotros, las soluciones basadas en la naturaleza son clave para garantizar mayor resiliencia y adaptación a los efectos del cambio climático, al tiempo que sitúan a las personas y comunidades en el centro de la transición hacia una economía baja en carbono. En la Amazonía, nuestro territorio prioritario de actuación, concebimos la bioeconomía como la convergencia de estos dos componentes: SbN y transición justa.

Las medidas de mando y control, si bien esenciales, no han sido suficientes para frenar la deforestación. El Fondo Vale apuesta por la bioeconomía como complemento de alto impacto. Según el informe State of the Global Bioeconomy del World Bioeconomy Forum, este sector ya mueve 4 billones de dólares, y el Boston Consulting Group estima que podría alcanzar 30 billones para 2050. ¿Cómo movilizar ese potencial en la Amazonía?

Un estudio de Salo Coslovsky de la Universidad de Nueva York identificó 64 productos exportados desde la Amazonía entre 2017 y 2019. Pescados, frutas y pimientos representaron apenas el 0,17 % de un mercado global de 176 000 millones de dólares anuales. El comercio de castañas, por ejemplo, mueve 350 millones al año; Bolivia lidera con el 74 %, seguido de Perú (16 %) y Brasil (11 %). El cacao en Pará alcanza una productividad de 950 kg/ha. Estos datos muestran un enorme margen para crecer, conservar y generar ingresos locales. La selva no es un obstáculo, sino un motor de prosperidad. Debemos convencer de que conservar y restaurar bosques es un buen negocio, tanto económicamente como para el balance climático.

Apoyamos e invertimos en iniciativas para mantener la selva en pie o recuperarla, y en la COP30 compartiremos lecciones y resultados de estos esfuerzos colectivos. Creemos en la fuerza de las redes y las alianzas, y Belém será la oportunidad para fortalecer esos lazos.

Un ejemplo es la Meta Florestal Vale, compromiso de proteger y recuperar 500 000 ha para 2030, que impulsa modelos agroforestales productivos. Hasta ahora, se han restaurado más de 18 000 ha en cuatro biomas y nueve estados, con una inversión de R$ 220 millones en nueve negocios de impacto, generando unos 1 300 empleos y plantando más de 60 especies.

También respaldamos programas de fortalecimiento y aceleración, como Sustenta.Bio (con el gobierno federal para cadenas productivas en Reservas Extrativistas), AMAZ (la principal aceleradora del Norte brasileño), Jornada Amazônia (ecosistema de innovación para startups forestales) y Assobio (75 emprendimientos de sociobioeconomía que promueven alimentación basada en una naturaleza positiva en la COP30).

Nuestro apoyo abarca además políticas de regularización de tenencia de la tierra, la mejora de infraestructuras en Belém, el uso de tecnologías predictivas, políticas públicas contra la deforestación, conectividad de pueblos tradicionales, instrumentos financieros adaptados y programas de acceso a mercados, entre otros.La carta de Presidencia de la COP30 llama a los 197 países firmantes a un “mutirão global” para enfrentar el cambio climático, destacando la importancia de la Amazonía y promoviendo la innovación para cumplir el Acuerdo de París. El embajador André Corrêa do Lago, presidente de la COP30, afirma que el mundo debe actuar “por convicción o por catástrofe”. El llamado es a que gobiernos, sociedad civil, sector privado e individuos den un paso al frente y asuman responsabilidades concretas. “El espíritu del mutirão es unir fuerzas y asumir la responsabilidad del cambio positivo, en vez de solo exigir o esperar”. Creemos firmemente en este camino.

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