Por Alan Wagenberg
Hace dos décadas Forum for the Future, un centro de pensamiento, propuso un modelo para entender la sostenibilidad teniendo en cuenta cinco capitales: capital social, capital humano, capital natural, capital financiero y capital manufacturado. El modelo buscaba entender la relación que existe los diferentes tipos de capital y sugiere que la sostenibilidad solo es posible si las organizaciones y las sociedades logran mantener o aumentar estos capitales.
En la práctica esto es difícil de lograr dado que muchas organizaciones no tienen suficiente información que les permita gestionar sus recursos teniendo en cuenta esta mirada holística. Por ejemplo, una empresa puede manejar bien su capital financiero, pero desconoce cuánto capital natural, como la biodiversidad, utiliza para producir sus bienes. En muchas ocasiones también las organizaciones tienen mandatos que los empujan a priorizar un capital sobre los demás. Por ejemplo, muchas empresas priorizan la rentabilidad por encima del medioambiente. Inclusive, el tercer sector usualmente pone mayor énfasis en el capital humano, social o natural que en el financiero, y por tal motivo, muchas organizaciones sociales terminan cerrando sus proyectos.
Afortunadamente, cada vez más vemos cómo inversionistas integran otras dimensiones de capital como el social, humano y natural en su análisis financiero, y también vemos como los filántropos empiezan a experimentar con instrumentos financieros que les permiten reinvertir y aumentar sus capitales. Esto es un primer paso, pero debemos ser más ambiciosos.
Previo a la pandemia, América Latina y el Caribe habían logrado grandes avances en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). No obstante, sus logros han venido retrocediendo cuando al mismo tiempo hay menos capital para resolverlos. La región está por afrontar uno de sus mayores retos que pondrá a prueba su estabilidad y capacidad de poder solucionar por sí sola sus propios problemas. Consideremos el estado de cada uno de los capitales en la región.
Capital financiero
Históricamente, un buen porcentaje de la inversión social de América Latina había sido realizada con cooperación internacional. No obstante, a medida que nuestros países han logrado un mayor PIB, la asistencia internacional ha dejado de priorizar la región y ha focalizado sus esfuerzos en África y otras regiones. Comparado a los periodos 2016 y 2019, América Latina recibió 21% menos de fondos en ayuda internacional. Por su parte, los países de la región tuvieron una reducción del PIB del 7,7% como consecuencia de la pandemia, y recibieron 37% menos de inversión extranjera directa. Además, la CEPAL estima que cambio climático podría reducir entre el 1,5% y el 5% del PIB de la región.
Capital natural
El capital natural se refiere a todos los recursos que ofrece la naturaleza incluyendo el suelo, la biodiversidad, los minerales, el petróleo, el agua, el aire, etc. Son necesarios para la vida y para la producción de bienes. A pesar que la región contiene aproximadamente 60% de la biodiversidad del planeta, un reciente informe sobre los avances de América Latina y el Caribe respecto a la consecución de los ODS ambientales advierte que “los ecosistemas se están deteriorando y la biodiversidad se está reduciendo a velocidades alarmantes”.
Capital social
Existe cada vez más mayor inestabilidad política en la región y mayor desconfianza en las instituciones. Según el Proyecto de Opinión Pública de América Latina, la confianza en la democracia viene cayendo cada año desde el 2010. También la confianza en líderes, medios de comunicación, y organizaciones no gubernamentales en la mayoría de los países de la región viene cayendo.
Capital humano
La falta de educación en Latinoamérica está teniendo graves consecuencias para su futuro. El Banco Mundial calcula que el porcentaje de niños de 10 años incapaces de leer y comprender un relato simple, puede llegar a ser del 62,5%. Por su parte, la productividad de la región viene cayendo constantemente desde 1960 comparado con el resto del mundo.
Capital manufacturado
Este capital se refiere a objetos fabricados que son usados para la producción de bienes o la prestación de servicios. En este capital se incluye infraestructura como carreteras, plantas de tratamiento de agua y edificios. Según un reporte del Banco Interamericano de Desarrollo, la brecha de inversión en infraestructura de la región es aproximadamente el 2,5 por ciento del PIB. El mismo informe resalta que esta brecha afecta principalmente a los sectores más pobres, y calcula que “las familias que se encuentran entre el 40 por ciento inferior de la distribución de ingresos perderán 11 puntos porcentuales de ingresos reales a lo largo de 10 años”.
En resumen, se avecinan tiempos difíciles para la región marcados por un contexto de menos recursos y más volatilidad. Por tal motivo, se hace necesario repensar cómo afrontar estos retos de una forma más eficiente y estratégica.
¿Qué hacer?
En el estudio Inversión Social e Impacto: Tendencias y Casos de América Latina se analizan 37 organizaciones de América Latina y cómo despliegan de forma más efectiva sus recursos para optimizar el impacto social y ambiental. Uno de los principales aprendizajes de este estudio ha sido que los inversionistas sociales y filántropos que han logrado mayores resultados priorizan el impacto y adicionalmente tienen en cuenta importantes factores como:
- Identificar soluciones que logran generar nuevos mercados o transformar sectores. Uno de los casos del estudio relata como a través de una red de clínicas (Clínicas del Azúcar), México ha logrado reducir la diabetes en poblaciones de bajos ingresos al ofrecer servicios de bajo costo a esta población que antes no tenían una oferta adecuada.
- Direccionar diferentes tipos de capital a la solución de estos problemas. El despliegue del capital financiero va de la mano con capital humano y social. Mentorias, capacitaciones, asesorías, aseguran que el financiamiento sea utilizado adecuadamente y de una forma más disciplinada. La construcción de capital social también facilita el aprendizaje, la colaboración y acceso a más capital financiero. Por ejemplo, Co_ Capital, un fondo de inversion de impacto mexicano, ha sido instrumental en escalar emprendimientos sociales a través de financiamiento y facilitando contactos con acceleradoras, consultoras, y otros inversionistas.
- Apalancar sus recursos y redes para aumentar el capital. A través de instrumentos financieros y su propia reputación, varias fundaciones han logrado convencer y atraer a grandes inversionistas para que inviertan en mercados que antes no les eran atractivos (ej. pequeños productores, reformas de viviendas para familias de bajos ingresos, etc.). Un ejemplo de esto es el caso de Din4mo, una empresa triple impacto. Esta empresa estructuró con aliados un vehículo financiero que permitiera recaudar financiamiento para la renovación de vivienda para personas de bajos ingresos en Brasil. El instrumento financiero fue estructurado de tal manera que atrajo inversionistas privados ofreciendo un retorno atractivo y reduciendo su riesgo.
- Incentivar y apoyar la experimentación de soluciones. Muchas fundaciones e inversionistas sociales se han dado cuanta que se necesita buscar nuevas formas de abordar los problemas. En ese sentido, han empezado a tomar mayores riesgos al: 1.) apoyar organizaciones y emprendedores sociales que tienen potencial de impacto pero que necesitan apoyo a desarrollar sus ideas y madurar sus organizaciones, 2.) desarrollar alianzas con actores no convencionales, y 3.) repensar sus estrategias y modelos de inversión social. Un gran ejemplo fue la emisión de deuda por parte de la Fundación Ford para aumentar sus donaciones durante la pandemia. También la colaboración entre la Fundación Lemann y el sector privado para construir una fábrica de vacunas contra el COVID-19 en Brasil, o el recaudo de financiamiento por la Fundación JuanFe en articulación con la bolsa de valores de Colombia.
- Escalar y recompensar a las organizaciones que evidencian un impacto real. Cada vez hay mayor alineación entre retornos financieros y la consecución de cambios sociales y ambientales positivos. Los incentivos de impacto social (SIINC) son un ejemplo de esto. Estos son instrumentos financieros que recompensan a las empresas con pagos de primas por alcanzar unos objetivos de impacto preestablecidos. En Brasil, por ejemplo, Bemtevi ofrece prestamos cuyos intereses están amarrado al cumplimiento de metas de impacto. A mayor el impacto, menor es la tasa para los emprendimientos sociales.
Lo anterior nos ofrece unas recomendaciones de cómo hacer más efectiva la inversión social, pero hace falta definir un horizonte. Un punto de partida es integrando el impacto dentro de los cinco capitales para asegurar que estos sean usados con un propósito que favorezca el bien común, y restablezca el tejido social.
La buena noticia es que ya existen varios modelos e iniciativas que van en esta dirección. Una de ellas es la llamada economía regenerativa que propone restablecer las relaciones entre la biosfera y la economía. Para que esto exista, hay que dejar de asociar la riqueza con el dinero, y se debe mirar el bienestar social, cultura y ambiental como parte de su foco.
El por qué, el cómo y el para qué son claros. Solo falta organizaciones y personas que lideren el nuevo rumbo. Desde Latimpacto, buscamos crear una comunidad de filántropos e inversionistas sociales que quiere unirse a este propósito. Es hora de unirnos y apoyar las soluciones que necesita la región. El poco capital que nos queda debe lograr un mayor impacto.
1. Banco Mundial, Datos. Disponible en: https://data.worldbank.org/indicator/DT.ODA.ALLD.CD?end=2019&locations=ZJ&start=2014&view=chart
2. CEPAL, “Panorama Social de América Latina”, 2020. Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/ps
4. CEPAL, “La Emergencia del Cambio Climático en América Latina y el Caribe”, 2020. Disponible en: https://www.cepal.org/sites/default/files/events/files/19-00711_lbc_160_emergencia-cambio-climatico_web.pdf
5. UNEP, “El Estado de la Biodiversidad en América Latina y el Caribe”, 2016. Disponible en: https://www.cbd.int/gbo/gbo4/outlook-grulac-es.pdf
6. CEPAL, “Construir un Futuro Mejor: Acciones para Fortalecer la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, 2021. Disponible en: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/46682/S2100125_es.pdf?sequence=6&isAllowed=y
7. Zechmeister, Elizabeth J., y Noam Lupu (Eds.). “El Pulso de la Democracia. Nashville, TN: LAPOP, 2019. Disponible en: https://www.vanderbilt.edu/lapop/ab2018/2018-19_AmericasBarometer_Regional_Report_Spanish_W_03.27.20.pdf
8. Edelman, “Edelman Trust Barometer, 2021. Disponible en:https://www.edelman.com/trust/2021-trust-barometer
9. Banco Mundial, “Actuemos ya para Proteger el Capital Humano de Nuestros Niños: Los Costos y la Respuesta ante el Impacto de la Pandemia de COVID-19 en el Sector Educativo de América Latina y el Caribe, 2021. Disponible en: https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/35276?locale-attribute=es
10. OECD, “Latin American Economic Outlook 2020: Digital Transformation for Building Back Better”, 2020. Disponible en: https://www.oecd-ilibrary.org/sites/e6e864fb-en/1/3/3/index.html?itemId=/content/publication/e6e864fb-en&_csp_=e33bc8db34df1751560efb06f7daeea7&itemIGO=oecd&itemContentType=book